martes, 29 de noviembre de 2016

Una bola de pelo muy especial

Nada me sienta mejor que un paseo bajo la lluvia, cuando las calles de Madrid se encuentran sumidas en la oscuridad de la noche, al mismo tiempo violada por las farolas que iluminan la ciudad. En estos días lluviosos es cuando más hecho de menos las noches de verano en el campo, donde al salir a la calle tras la puesta de sol podías apreciar completamente el firmamento y tomarte un tiempo para reflexionar. Los motores de los coches desaparecían y en su lugar se podían escuchar algunos grillos e incluso el ulular de los búhos.

Para ser una chica de ciudad, a la que le gusta pasar tiempo en el centro, disfrutando de todas las comodidades que eso implica, me sorprendo últimamente pensando mucho en la sierra de Madrid, lugar en el que veraneo y que hasta hacía unos años, odiaba con todas mis fuerzas. ¿Qué ha cambiado? Pues para ser realistas, he cambiado yo.

¿Quién eres? Imagino que a cualquiera que se le haga esa pregunta tenderá a responder con su nombre y quizás con su apellido. Lo cierto es que no creo que quienes seamos esté ligado a un conjunto de palabras si no más bien a un conjunto de vivencias. Quiénes somos viene definido por quiénes nos conocen, con quiénes nos hemos relacionado, a quiénes queremos, a quiénes admiramos, por que nosotros, nuestros gustos, nuestros sueños, aspiraciones, miedos, absolutamente toda nuestra identidad es única por nuestro pasado. 

Y retomando el tema sobre el campo quizás os preguntéis qué es lo que cambió para mi, pues bien, su nombre es Lía y a día de hoy tiene dos años y seis meses. Ella es quizás, la que más ha influido en mi los últimos años. Sí, incluso a mi me sorprende que un perro, una preciosa Golden Retriever, pueda cambiar mi vida de arriba a abajo, pero lo ha hecho y estoy segura de que seguirá haciéndolo el tiempo que pasemos juntas. Si queréis saber cómo, os invito a acompañarnos en este Blog donde habrá nuevo contenido cada semana. 

Hasta la próxima, cachorrillos.